Adiós al Compadre. Amigo, maestro y compañero del alma
Con profundo pesar despedimos a un querido integrante del equipo de Correveidile, cuya partida deja un vacío difícil de llenar en nuestro corazón y en las páginas de este periódico.
Cuando Correveidile era apenas un sueño, él lo abrazó como propio. Lo acompañó desde el primer momento, sin pedir nada a cambio. Durante 20 de los 25 años del periódico, sus editoriales reflejaron lo mejor de su pensamiento y de su espíritu generoso.
Hoy despedimos no solo a un colega, sino a un ser humano excepcional. Nos quedamos con su legado, su amistad y su ejemplo. Gracias por tanto, querido Gabriel.

Las callecitas de Chacras se han quedado un poco más vacías
Mucho antes de que formara parte de la redacción de Correveidile, lo conocí como lector incansable en el kiosco de la familia Coria, donde pasaba horas inmerso en diarios, revistas y libros. Su presencia tranquila y su concentración absoluta me despertaban admiración y respeto. Yo era estudiante de Magisterio y él, sin saberlo, ya era mi referente. Un día me animé a interrumpir su lectura. Le conté mis aspiraciones y, generosamente, me abrió la puerta de su mundo: compartió sus experiencias como docente, me aconsejó, me impulsó a seguir adelante… y me regaló su amistad.
Desde entonces fuimos grandes amigos. Fue padrino de mi hijo, confidente, compañero de vida. Siempre con ese andar sereno que lo caracterizaba, solía pasar desapercibido, pero quien lo conocía sabía de su profunda sabiduría y de su humildad enorme, casi silenciosa. Amaba la lectura, la música, los viajes y las historias del pueblo, que escuchaba con atención y contaba con sensibilidad.
Su vocación docente fue tan firme como generosa. A pesar de saber que su elección de estudiar Magisterio y Filosofía no le traería grandes recompensas materiales, nunca se desvió del camino. Enseñó en escuelas alejadas, a las que llegaba en bicicleta aún en los inviernos más crudos. Más tarde, en colegios secundarios y en la universidad, supo ganarse el cariño de alumnos y colegas. Fue padrino y guía de muchos de ellos, protector de los que menos tenían, defensor de sus ideales aún en los tiempos más oscuros. Como sobreviviente de las listas negras durante la dictadura, su compromiso con la verdad y la justicia nunca flaqueó.
¡Chau compadre y amigo querido! Descansá en paz, los ejemplos y enseñanzas que dejás te mantendrán vivo en el recuerdo de todos los que tuvimos el privilegio de conocerte.
Alberto Cabanillas
Gabriel, para hablar algo de él, uno debería conocer los infinitos sinónimos de humildad. Pero no he leído ni el diez por ciento de lo que mi hermano leyó. Sumamente manso, y tranquilo, de perfil bajo, nunca quiso sobresalir. Sus anécdotas y vivencias, siempre eran un libro abierto. Muy coherente con sus ideales y con su manera de ver la vida. Un ser humano extraordinario. Mario Esteban Gallar
Qué difícil va a ser caminar por las calles de Chacras y no ver tu silueta delgada caminando ahora lento y un poco dubitativo. Extrañaré tu inteligencia brillante, tu opinión criteriosa, tus silencios tan significativos. Marité Gallar
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Que buen tipo mi padrino. Filósofo, maestro, escritor, contador de chistes, son algunas de las tantas cualidades del Flaco. Laura Gallar
¡Mi querido maestro! Mi mensaje es de gratitud por enseñar con el corazón, por tus ocurrentes clases, una mezcla de humor y de aprendizaje del bueno. Descansá en paz mi querido maestro con la convicción de que tu paso por la vida no fue efímero. Ale

