lunes, octubre 27, 2025
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Mili Ramírez. Una vida de Banco Mendoza, hockey y amistades

 Nacida en Banco Mendoza, Mili disfruta de su enorme experiencia en su lugar en el mundo: «Soy muy feliz en el club».

Por Amadeo Inzirillo

 

La vida tiene sorpresas, o en realidad, situaciones que se dan hasta sin querer. La historia de Milagros Ramírez tiene un poco de eso: llegó a Banco Mendoza casi de casualidad y se enamoró para siempre. De esa nena que arrancó allá por séptima división a ser elegida la mejor arquera en el torneo Nacional de selecciones.

 

 

«Empecé en el club a los 12 años, era de 7ma división. en ese momento tenía amigas del colegio que habían empezado en Banco Mendoza y mis papás siempre iban con amigos en los veranos ya que es cerquita de mi casa».

Así arrancó el idilio, primero con las amigas, que le dio ese lugar y luego con el deporte, esa disciplina que la acompaña durante tantos años. Mili encontró allí relaciones y sentido de pertenencia: «Tuve la suerte de estar en grupos hermosos en todas las divisiones y mis amigas del club siempre fueron de mis vínculos más cercanos. Incluso algunas que dejaron de jugar y siguen siendo de mis mejores amigas. Hoy en el plantel hay un grupo humano increíble y me cuesta nombrar solo algunas: Pachi Pringles, Vale Manzino y Tuti Fernández Ruzo, que son de mi camada.

Pelear y pelear. Entrenar con calor debajo del casco y los pats. Con frío, con calor, con lluvia o nieve, pero sin poder ser campeón, viendo de costado como festejaban otras. Hasta que se rompió la pared con el título del torneo local: «Ser campeona con mi club fue todo, lograr el sueño máximo que tuve desde que juego en primera. A este equipo de jugadoras nos tocó jugar promociones, descensos, mantener la categoría en la última jugada, jugar en la B y un largo etc y hoy poder dar vuelta la página con este equipo y.

Todo tiene que ver con todo. Como las amigas que llegaron de casualidad por caer en Banco Mendoza y como su nivel superlativo la llevó a ser parte de la Selección de Mendoza: «Fueron muchos años intentando ganarme un lugar en el equipo, desde aquellos juniors hasta varios procesos de mayor. Me tocó pasar de «cero a cien», ya que recién este año se dio la posibilidad de jugar por primera vez representado a la provincia y tuve la suerte de jugar de titular este torneo. Fue una experiencia increíble con un grupo increíble, una calidad humana y deportiva muy alta y lo disfrute muchísimo».

 

El rendimiento la puso entre las mejores del certamen, cayendo en la final, pero con un nivel personal altísimo que ayudó al equipo a pelear hasta el final. Pero todo vuelve a las bases y en los principios siempre está su club: «Banco Mendoza es familia, es mi lugar en el mundo, mi lugar seguro, a mi club le debo todo. Mis mejores y peores recuerdos son en el club, con mis amigas, con mi equipo. En Banco Mendoza aprendí a caerme y levantarme, donde forjé mi personalidad y donde fui y soy muy feliz, eternamente agradecida».

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