El pasado 24 de junio algunos vecinos de la tradicional calle Medrano se preocuparon al ver las fajas de clausura al almacén de Antonia Maure. De inmediato, el asunto llegó al Correveidile que se complace con dar una buena noticia: la Municipalidad dio marcha atrás en la medida y el negocio podrá seguir funcionando. Lástima el manto de prejuicio que este episodio echó sobre la vida de nuestros vecinos.
Antonia relató que en la charla que mantuvo con las autoridades se habló de denuncias de vecinos, lo cual no sólo no constan sino que además, parecen estar inspiradas en el puro prejuicio.
El problema es la calle estrecha y la ubicación de la casa sin vereda. Una casa que fue construida en 1920 y que ha sido testigo de cómo ha ido cambiando todo lo que la rodea, incluida la falta de previsión de quienes trazan o modifican una calle. Diez años atrás el problema no se planteaba como hoy, ya que entonces no existía la actual cantidad de vehículos circulando por esa esquina a velocidades descontroladas.
Según los funcionarios municipales la construcción de vereda es motivo suficiente para no conceder la habilitación del almacén de esa esquina. Recepcionaron quejas de las que no hay constancia, demandando directamente cerrar dicho negocio por el peligro de la calle. Por gestiones de la propietaria se habilitó, pero a condición de que se haga una nueva construcción, retirada de la línea actual.
Desde esta columna queremos señalar que no solamente existen prejuicios de esos que lastiman la dignidad de personas humildes o trabajadoras, también hay otro que privilegia el andar del vehículo. Hay dos ejemplos muy llamativos: en calle Almirante Brown, los chicos de la Escuela Marccionatto deben vérselas con camionetas 4 x 4 que les pasan al lado a gran velocidad. Si nos dejáramos llevar por prejuicios, llegaríamos al punto de cerrar la escuela para que los chicos no estorben a esos conductores.
Por supuesto que hacer veredas es importante para el peatón, pero sería bueno conocer qué previsiones toma el municipio respecto del control de la velocidad, de los baldíos sin luz ni mantenimiento o la forma de la vereda atendiendo a la problemática que presenta una calle tan estrecha como bella y particular, característica del pueblo que Chacras fue. No se entiende a título de qué, o por el antojo de quién, debemos trocar el lugar que elegimos para vivir tal como lo conocimos, con sus calles angostas y arboladas; o sus bellos y particulares rincones, como lo es éste.
