De cambios y valores, turbulencias y estabilidades
Es épocas de cambios permanentes. Hoy vivimos una realidad de grandes turbulencias.
Ya casi nada es estable y así debemos acostumbrarnos a vivir. No es malo, sólo es distinto.
Pero existe algo que sí permanece y eso es: los valores. O, por lo menos, así debería ser. Ellos sí deben ser estables, porque de esta manera mantienen estable nuestra esencia y nos ayudan a transitar el camino de la vida en armonía, por más turbulenta que se ponga.
Si trasladáramos estos conceptos a lo que ocurre hoy en nuestro pueblo, también podríamos observar que no está exento de esa realidad tan cambiante. A lo largo de los últimos años ha ido cambiando, variando su fisonomía, creciendo edilicia y demográficamente, acorde a los tiempos que corren. Como todo en la vida, ese crecimiento tiene aspectos positivos y otros negativos. Haciendo alarde de optimismo, sostenemos que pesa más lo positivo que lo negativo. Vivir en Chacras sigue siendo una elección cotidiana.
Pero existe una circunstancia que, justamente, en forma cotidiana nos llena de mal humor y mala onda –sentimientos negativos si los hay-. Y es la escasez de valores en aquellos soberbios que, irresponsable y egoístamente, corren por nuestras calles a altas velocidades, sin ningún respeto por peatones o ciclistas.
Cada vez se pone más peligroso caminar o andar en bicicleta por nuestro pueblo. Es más, ya casi raya en actitud suicida. Proporcionalmente a la cantidad de corredores que se enseñorean en nuestras calles, crece el descontento entre los vecinos que se quejan de esta situación. Este es un pueblo que se caracterizaba por su tranquilidad y mansedumbre. Por eso fue elegido por muchos. Salir a caminar, o andar en bicicleta, por necesidad, por salud, o por puro gusto, o para hacer las compras, disfrutando del bello entorno que aun nos rodea, eran algunas de las placenteras actividades que podíamos realizar despreocupadamente.
Pero desde hace un tiempo, nos vemos amenazados por esos ignorantes en que algunos humanos/as se transforman cuando se suben a sus vehículos y, con toda soberbia, aceleran por las calles sin importarles nada más.
Permanentemente le reclamamos a nuestra dirigencia política que gobierne con generosidad, equidad y responsabilidad, y no basados en los propios intereses.
Pero hemos de ver si nosotros, individualmente y como comunidad, actuamos en consecuencia.
¿Qué reclamo puede hacer el soberbio del que hablamos que al conducir lo hace sólo teniendo en cuenta sus propios intereses, faltando el respeto a todo mortal de a pie y con una irresponsabilidad absoluta?
Desde aquí queremos hacer un llamado a la conciencia para revertir esa actitud negativa de los que día a día ponen en riesgo la vida de nuestros hijos y nuestra calidad de vida.
El crear consenso para lograr una transformación social hacia un orden más solidario y equitativo también es un deber nuestro, como comunidad -no sólo de nuestros gobernantes- de seres responsables de nuestra vida y la de nuestros hijos, con discernimiento claro de la línea que separa el bien del mal.
El resultado de esto será, precisamente, una comunidad más comprometida y responsable. Además de que podamos volver a disfrutar de agradables caminatas y paseos en bicicleta, sin miedo de poner en riesgo nuestra vida o la de nuestros chicos.

