martes, octubre 28, 2025
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Chacras de Coria: ¿Pueblo o progreso?

Por María Josefina Cerutti

Acequias, hijuelas y canales. Madreselvas, rosas y jazmines. Manchas de sol caen por entre copas de plátanos que se abrazan. Jardines y casonas de fines de siglo XIX. Chacras de Coria quizás sea una de las joyas que todavía quedan en el área que ahora se conoce como Gran Mendoza. Polo gastronómico y turístico desde hace pocos años, Chacras ofrece hospitalidad de nivel internacional pero entre bambalinas el conflicto envuelve a los habitantes. La población aumentó de golpe. Los pobladores de siempre se sienten invadidos. Los nuevos quieren modernizar el pueblo.

Primero caserío y viñedos sobre la ruta vieja a Chile, Chacras de Coria a quince kilómetros al sur de la capital “era pura finca”. Antiguamente conocida como Lanyení (hondonada en huarpe), Chacras, con su microclima de tres grados menos que la Capital, a inicios del siglo XX ya es zona de veraneo. La eligen las familias de abolengo español y aquellas hijas de la inmigración europea que se hacen un poquito de América gracias al néctar de la uva. Es así que españoles, libaneses, italianos y franceses se convierten en autóctonos de Chacras o “Chacrenses DOC” que quiere decir con Denominación de Origen Controlado, para usar un término que se aplica a los vinos de terroir o de terruño.

“Éramos una familia”, afirma Silvano Savoy (83) carpintero descendiente de autóctonos. “Aquí la infancia era una maravilla. A la siesta me metía en las acequias a seguir a la pata con los patitos. Era estar en contacto con seres que ya no están por el efecto del mal uso de los agroquímicos. Mariposas enormes. Luciérnagas, sapos y lagartijas”,  recuerda Cuqui Moretti, también DOC y mamá de Gabriela Furlotti propietaria del hotel boutique Finca Adalgisa.

Chacras explotó. “Se volvió loca”, coinciden los DOC. “Hace treinta años en el pueblo éramos 2500. Hoy la cifra se quintuplicó”, explica Savoy.

En Chacras, que también fue sede de uno de los secuestros, desaparición y desapoderamiento más clamorosos de la dictadura 1976/83, los habitantes se debaten entre varios estilos de vida. El pueblerino y tranquilo que quiere conservar el estilo de entonces. Al atardecer, los chacrenses regaban la vereda y se sentaban a ver pasar  a los vecinos. Alrededor de la plaza apisonaban hinojo para humedecer las calles de tierra y perfumar las tardes. Se abastecían de sus huertas o le compraban a Elías que pasaba por las casas en un micro viejo. Hoy su hijo, Osvaldo, atiende la verdulería “El nene” sobre la calle Mitre, donde la familia Angelelli también tuvo un cine al aire libre, sede de bailes de carnaval que también se organizaban en el Hotel San Francisco, por entonces de la familia Bauco.

Otro es el estilo de los que llegaron en los ’90. “Chacras ha sido tomada por los bárbaros que llegan en 4 x4. Son los que se enriquecieron con el menemismo. Tribus new age, todos pum para arriba. Treparon hasta que lograron vivir en Chacras”, comentan varios chacrenses DOC.

La plaza de Chacras, como el ágora griega, juntaba a los chacrenses DOC cuando sonaba la música de las retretas o fiestas pueblerinas. También en carnaval. Todos bailaban “sin importarles la facha”. El disfraz ayudaba. La espuma y las serpentinas también. Durante la dictadura la plaza calló. No volvieron los carnavales pero algunos de los chacrenses DOC trataron de recrear el brillo de entonces. Fue cuando Adriana Sayavedra, Alberto Cabanillas, Patricia Girotti y José Porolli trajeron artesanos y vendedores de antigüedades; otros ahora esperan reflotar retretas y carnavales. Pero, en la plaza de Chacras se debate uno de los conflictos que fundan la cultura de la humanidad. El nosotros y ellos. Locales vs. forasteros. Viejos vs. nuevos. María Marta Cortés de Alessio, propietaria de Parador del Angel, una de las posadas deliciosas de Chacras, asegura que es muy interesante observar lo que sucede en el pueblo como experiencia antropológica. “Lo que más se consume es la comida para perros”, dice. Perros que no son los guardianes de antes sino fieras de ataque.

En medio del conflicto, Chacras se convierte en destino del turismo internacional. Y muy a pesar de los pobladores se consolida como suburbio urbano. Dicen que el tranvía llegará dentro de poco. Pero los DOC no son compactos. “Lo único que les importa es el clin caja!”, afirman los DOC conservadores. Derrumbaron casas históricas y construyeron estructuras comerciales que están muy lejos del estilo del pueblo. O arrancaron viñedos, lotearon fincas, levantaron muros, plantaron garitas, entrenaron personal de seguridad y alojaron a las nuevas burguesías urbanas sedientas de paraísos. Coinciden los DOC en afirmar que los nuevos quieren “hacer del pueblo un negocio”. Hasta probaron derribar la ex Casa Mazzolari y hacer un supermercado, pero los DOC se opusieron. Hoy es Patrimonio Histórico de la Provincia. Algunos luchan para que se la expropie y convierta en Casa de la Memoria.

Muchos de los nuevos quisieron talar árboles históricos para ensanchar la calle Darragueira, por ejemplo. Querían un pueblo más cómodo para los polarizados. Guri Salgado, propietario de la Heladería Chacras que abrió en 1981 en Darragueira y Los Ranchos dice que “el problema no es la tala de árboles, sino el conjunto de Chacras de Coria. ¿Queremos un pueblo sostenible en su medioambiente, con bosque público en su interior  y un cinturón verde alrededor o queremos ser un gran centro comercial? La negación sistemática  de los encargados de aplicar Políticas Publicas se sustenta en, quiero pensar, el desconocimiento, en un no saber qué hacer. Cuando los interpelamos contestan con consignas que bordean el desatino. Todos los que quieran venir a Chacras son bienvenidos, pero si dejaron la contaminación, el tránsito, o el ritmo agitado,  ¿por qué vienen a Chacras a hacer lo mismo que en la ciudad? No se trata de cambiar de lugar sino de actitud”.

También están los que dicen que no se puede frenar el progreso, pero ¿qué tiene que ver la tala de los árboles con el progreso? se preguntan los DOC. “Hasta ahora sólo demuestran querer ‘solucionar’ la mejor movilidad de los autos”, concluye Salgado. “Ni siquiera podemos andar en bicicleta, porque nos tiran los autos encima. Y si estacionan es en doble fila”.

La mayoría coincide en que Chacras ya no es como antes. “Quieren asfaltar calles porque se levanta tierra cuando pasan los autos. Lo que pasa es que manejan a toda velocidad. Sólo respetan los límites si están dentro de su barrio cerrado”, se lamenta otro DOC. “Hubo una vez un pueblo”, escribe Onelia Cobos, profesora de inglés y poeta, hija de Cobos, el bicicletero que conocía mejor que nadie ese andar suave de las bicicletas que en muchos casos se importaban de Inglaterra.

Poblado dependiente de la municipalidad de Luján de Cuyo, cuando el inmigrante italiano Giuseppe Mazzolari cede parte de sus viñedos, construye la plaza, la iglesia del Perpetuo Socorro y la policía, Chacras se convierte en un pueblo más o menos independiente.

De estilo romano, la casa Mazzolari que en los años 20 compra con viñedo el bodeguero italiano Manuel Cerutti, mi bisabuelo, fue cuna de fiestas inolvidables durante los años cincuenta. Es una “u” de útero que en sus años mozos se abría hacia un jardín italiano que, a su vez, se abría hacia el gallinero que se abría hacia el corral. El canal que pasaba por donde hoy está la calle Panocchia regaba hacia el este viñedos, frutales y olivares donde hoy está el segundo barrio semi cerrado que hubo en Chacras. El primero fue el Cerro San Luis, del otro lado de la estación de tren. Los dos barrios en sus orígenes fueron idea de algún hijo de Cerutti. Luis, concretó su proyecto, Victorio, no. El Grupo de Tareas de la ESMA, lo secuestró en enero de 1977, lo torturó, lo desapoderó y lo tiró al Río de la Plata. El ex almirante Massera a través de una sociedad fantasma nombró a su barrio Will–Ri y a las calles Caridad, Honor, Bondad y Justicia.

Construida por un italiano, la entonces casa Mazzolari tiene pisos de pinotea y un arco vitraux sobre una puerta de madera de cuatro hojas. Y encima, justo en el medio punto, racimos de uvas. Es que “Chacras es la cuna del Malbec”, afirma Jorge Riccitelli, enólogo de bodega Norton (que también está en Luján, en el distrito de Perdriel) y mejor enólogo del mundo 2012 según la revista estadounidense Wine Enthusiast. Hoy este poblado semi urbano aloja a algunas bodegas nuevas que crecieron bajo el ala de la nueva vitivinicultura como es el caso de Finca Adalgisa y Pulmary, que funciona en la antigua bodega de la familia Elaskar. Esta última, además de Massiero y Rossell Boer, están en Chacras desde hace mucho tiempo.

La “invasión” aumentó después de 2001. “Ya no reconocemos a nuestros vecinos”, se lamentan otros de los DOC. El pueblo está en shock. Los nuevos no se bajan de las camionetas. Los viejos no se animan a subir a sus bicicletas de paseo. Mientras, los turistas pasean maravillados con ese “savoir fare” de un pueblo hijo de un Mediterráneo muy marítimo. Por Chacras  pasó el BAP o tren Buenos Aires al Pacífico, uno de los primeros costa a costa que hubo en el mundo. La estación Paso de los Andes hacia el final de la Calle Mitre lo recuerda.

El matrimonio Aristarian, propietario de Casa Glebinias no es de Chacras, pero Chacras fue la oportunidad para su paraíso. Jorge y María Gracia llegaron en los 80. Y el turismo fue la opción para mantener la casa que tanto habían soñado. Se enamoraron del verde y, sobre todo, dice ella, de la calle Darragueira. “Cuando entrás a Chacras esa calle te dice donde estás”.

En Chacras también está Nadia OF considerado en 2011 y 2012 el mejor restaurante del país según la Academia Argentina de Gastronomía. Fue nominado como uno de los mejores del interior por la Revista Cuisine & Vins. La española  Nadia Haron de Ortega Fournier es la propietaria que afirma “Me gusta el encanto del pueblo”.

Uniones vecinales

Los chacrenses DOC y los no DOC hacen política a través de varias uniones vecinales. La más antigua es la Unión Vecinal de Chacras de Coria. Comenzó a trabajar en la década del ‘60. Su actual comisión directiva, que está desde 2006, logró salvar la tala de los árboles de la calle Darragueira y los plátanos históricos del Carril San Martín, que un emprendimiento inmobiliario pretendía erradicar. También consiguió que se respetara el estilo arquitectónico de la antigua fachada del Registro Civil cuando se construyó el edificio nuevo y obtuvo la reglamentación máxima de 30 kilómetros por hora para  circular por el centro de Chacras. “Y así poder convivir ciclistas y automóviles en nuestras calles angostas, aunque la falta de controles viales hace que no siempre se respete esta ordenanza”, dice Adriana Sayavedra, editora del Correveidile e integrante de la Unión Vecinal.

Chela Coccuci, ex maestra de la Escuela Teresa O’Connor afirma que “en Chacras hemos luchado para cuidar las casas y defender nuestra tierra. Los nuevos solo tienen el signo pesos en la frente”. Los DOC hubieran preferido que la transformación de Chacras fuera planificada, que el estado hubiera intervenido. Que se tuviera en cuenta el estilo del pueblo, pero también saben que a muchos políticos de antes y de ahora no les interesa porque ellos viven en los barrios cerrados. “Ni siquiera las tortitas de Colovatti son las mismas” agregan los que a tortitas crecieron. Los nuevos contestan, “los de Chacras nos marginan”.

Otros que están a mitad de camino entre el DOC y el recién llegado tratan de remendar el desgarro a través del teatro, los bailes o las manualidades, como el grupo de teatro comunitario Chacras Para Todos. También el Correveidile hace de sastre. El periódico local que circula desde el 2000, es obra de Sayavedra y del chacrense DOC Alberto Cabanillas que nació enfrente de la plaza. Es bisnieto de Teresa O’Connor, una de las primeras maestras del pueblo. Ella donó los terrenos donde funciona la escuela pública más antigua del pueblo. “El Correveidile nació cuando la explosión demográfica que sufrió Chacras comenzaba a perfilarse. Su intención fue crear un espacio para que los nuevos y los viejos vecinos se conocieran y reconocieran como parte de una misma comunidad”, comenta Cabanillas.

Chacras de Coria, tierra querida de mi infancia, es centro de debate de un mundo que se termina y de otro que se impone rápido y con violencia. “Chacras ya no es Chacras”, dice un chacrense DOC. Cansados, muchos DOC buscan horizontes más tranquilos más al pié de Los Andes. Mientras tanto, los nuevos parecerían consolidarse como los futuros Chacrenses DOC.

Calle sin prisa...
Casa Cerutti.
Chacras para todos en el Ferrocarril
Congestión en Viamonte.
Festejo en la plaza.

1 COMENTARIO

  1. EXCELENTE DESCRIPCIÍON Y CONOCIMIENTO DE LA ESCRITORA EN EL TEMA CHACRAS DE CORIA VIDA Y COSTUMBRES DE LOS QUE HABITAMOS EL LUGAR.iNVESTIGACION HISTORICA DE LOS ANTIGUOS HABITANTES DEL PUEBLO.COSTUBRES DE LA VILLA,Y REAL CONOCIMIENTO DE LA MISMA. MIS FELICITACIONES A LA ESCRITORA DEL ARTICULO LIC. EVA GUEVARA

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