Un día que sacude!
12 de octubre. 53 años. El día que Mendoza se convirtió en altar.
Despegó el Fairchild FH-227D FAU 571. Despegó la esperanza, la juventud, el rugby, la hermandad. Despegó la vida sin saber que iba a estrellarse contra lo imposible. Y sin embargo, lo imposible se rindió.
Porque ese día no nació una tragedia. Nació una epopeya.
La más brutal, luminosa y desgarradora historia de supervivencia que haya parido la humanidad.
Nació el Milagro de los Andes.
Y nació en Mendoza, que desde entonces no es solo provincia: es República del Milagro, territorio sagrado donde la muerte fue vencida por la voluntad.
En esas montañas, el frío no fue el peor enemigo.
Fue el silencio.
La espera.
La carne compartida.
La fe sin garantías.
Y la caminata final, esa marcha de dos hombres que se negaron a morir sin gritarle al mundo que estaban vivos.
Hoy, 53 años después, no recordamos un accidente.
Recordamos una resurrección colectiva.
Una lección que no cabe en libros ni películas.
Una llama que arde en cada mendocino que mira la cordillera y sabe que allí, entre hielo y roca, la humanidad tocó fondo para elevarse como nunca.
X el gringo Horacio Bollati
El Rugido del FAIRCHILD FAU 571 –
El día que la cordillera Mendocina grito de dolor!!
Hoy hace 53 años volaba el pájaro metálico, despegando del Aeropuerto El Plumerillo.
Bandera a cuadros para un viaje de placer: 45 almas a bordo, jóvenes, deportistas, soñadores. El rugby como excusa, la vida como promesa.
Un vuelo que parecía rutina, pero que escondía una trampa.
Porque no fue el azar.
Fue una chicana aérea, una decisión irresponsable, un juego de egos en cabina.
El Fairchild FH-227D FAU 571 no cayó: lo hicieron caer.
Y la cordillera, testigo silente, recibió el impacto con brutalidad.
El fuselaje se partió como un grito.
Muchos murieron al instante, otros en las horas siguientes.
El avión se volvió tumba, refugio, altar.
Los sobrevivientes enfrentaron lo impensable: frío, hambre, muerte, silencio.
Y luego, la decisión más dura: alimentarse de sus propios compañeros para seguir vivos.
72 días de infierno blanco.
72 días de coraje, de fe, de humanidad al límite.
Dos de ellos cruzaron la cordillera a pie, sin mapas, sin equipo, solo con la esperanza como brújula.
Llegaron. Y con ellos, la historia se transformó en leyenda.
Yo pisé ese lugar cinco veces.
No como turista, sino como testigo.
Nací y crecí con esta historia.
La llevo en la sangre, en la mirada, en cada gesto de respeto.
Hoy no es solo un día de memoria.
Es un día de verdad.
De justicia.
De homenaje a los que no volvieron.
Y de reverencia a los que volvieron distintos.
X el gringo Horacio Bollati
La Historia que nos Une.