martes, octubre 28, 2025

Muerte Súbita

Muerte Súbita

“La muerte es algo que no debemos temer porque,

mientras somos, la muerte no es, y cuando la muerte es,

nosotros no somos.”

ANTONIO MACHADO

Dr. Gabriel Azar - Médico Cardiólogo DICAMEN: Belgrano 1286 - Ciudad - Mendoza - Argentina - 54 261 425 4898 gabrielazar@yahoo.com

Es un importante problema sanitario, con alarmantes cifras, inevitablemente subestimadas, aún en países desarrollados.

Se define como la muerte natural, inesperada, debida a una causa cardíaca, que se produce en un lapso breve desde el inicio de los síntomas, en individuos cuya condición clínica no hace prever este desenlace fatal.

Ahora analicemos término a término:

Muerte “natural”: no es provocada por ningún agente externo.

“Inesperada”: nada anticipa su presentación, y si hay algún pródromo, éste precede al cuadro por un intervalo mínimo, por lo cual, en general, no es posible la adopción de las medidas necesarias para evitar el desenlace.

“Lapso breve”: los signos y síntomas preceden a lo sumo una hora al desencadenamiento del paro cardíaco.

“De causa cardíaca”: existe una falla cardíaca, transitoria o permanente, que es la responsable directa e inmediata del acontecimiento.

La incidencia en la población adulta en países desarrollados, es del 0,1 al 0,2 % por año, lo que da una idea de la magnitud del problema.

En un estudio realizado en el 2004, en 20 ciudades de nuestro país (PRISMA), se determinó que se producían 73 muertes súbitas cada 100.000 habitantes. La muerte súbita colaboró con un 6,3 % del total de las muertes.

Aún dentro del hospital, solo sobrevive un 25 a 30 % de los reanimados de un paro cardíaco.

Fuera del hospital, la mayoría de las personas que no recibieron el beneficio de la prevención primaria, muere en el primer episodio.

La identificación de personas con riesgo de muerte súbita es dificultosa -prevención primaria-. Para ello se deben tener en cuenta dos aspectos: la capacidad para reconocer subgrupos de poblaciones con alto riesgo -posibles víctimas-, y el período o circunstancias durante el cual ese riesgo es mayor.

La prevención secundaria -en pacientes sobrevivientes de una reanimación-, es más fácil de implementar, ya que estos individuos ya fueron detectados.

¿Cómo se produce?

La muerte súbita obedece a la interrelación entre un sustrato, una función y un gatillo.

El gatillo suelen ser una extrasístole ventricular, es decir un latido anticipado, que en presencia del sustrato y las alteraciones funcionales adecuadas, deriva en una arritmia compleja, del tipo de la taquicardia ventricular o de la fibrilación ventricular, que es la contracción desorganizada del corazón, por lo que la función de bomba no se realiza,  produciéndose como consecuencia el paro cardíaco.

El sustrato se refiere a las alteraciones estructurales cardiovasculares, determinados por: edad, sexo, raza, antecedentes familiares de muerte súbita, la actividad física inadecuada, los factores de riesgo coronario, presencia de cardiopatías, alteraciones electrocardiográficas.   El sustrato suele describirse como el “fenómeno del Iceberg”, ya que solo se percibe una pequeña porción del mismo.

Antecedentes: Edad, Sexo, Raza, Historia Familiar,  Actividad física inadecuada.
Factores de Riesgo Coronario: Tabaquismo, Hipertensión, Diabetes, Colesterol elevado, sedentarismo, Obesidad, Stress.

Trastornos Electrocardiográficos: QT prolongado, Taquicardia Ventricular del tracto de salida del VD, Brugada, WPW
Miocardiopatías
: Hipertrófica, Dilatada, Isquémica, Chagásica, Miocarditis, Displasia Arritmogénica del Ventrículo derecho


Factores de riesgo coronario: El 80 % de los episodios de Muerte Súbita acontecen en individuos con enfermedad coronaria -infartados, angioplastiados, by pass, angina de pecho-. Un 50 % de estos pacientes muere súbitamente. Por lo tanto, los pacientes con factores de riesgo para cardiopatía isquémica -tabaquismo, colesterol elevado, diabetes, hipertensión, diabetes, sedentarismo, obesidad, stress-, son los que más riesgo tienen para presentar Muerte Súbita.

Edad: La probabilidad de Muerte Súbita es mayor en ambos extremos de la vida. Hay un pico entre el nacimiento y los seis primeros meses de vida, provocado por el “Síndrome de Muerte Súbita del Lactante”,  el cual se produce en dos de cada 1000 nacidos vivos. Sus causas son poco claras, pudiendo ocasionarse en trastornos ocasionados por inmadurez de los reflejos respiratorios y/o del sistema de conducción eléctrica cardíaca, accidentes obstructivos de la vía aérea, etc. En adultos, la incidencia va aumentando con la edad hasta los 70 años, pero en pacientes más añosos aún, la incidencia vuelve a disminuir a expensas del aumento de muerte de causas “No Súbitas”.

Sexo: Los varones son más predispuestos que las mujeres para Muerte Súbita, pero esta brecha se va achicando con el aumento progresivo de enfermedad coronaria en ellas.

Raza: La Muerte Súbita es más frecuente en la raza blanca, debido a la mayor prevalencia de enfermedad coronaria en esta raza.

Actividad física inadecuada: La actividad física intensa y esporádica -deportistas de fin de semana- favorece la trombosis y por lo tanto mayor probabilidad de infarto, angina de pecho y muerte súbita. Por el contrario, la actividad física moderada, habitual y programada disminuye drásticamente la probabilidad de estos eventos.

Estrés: Puede ser el elemento disparador de las extrasístoles ventriculares que derivan en muerte súbita.

Historia Familiar: El antecedente de paro cardíaco o infarto en un familiar de primer grado es un fuerte predictor de Muerte Súbita, aumentando en un 50 % las probabilidades de padecerla.

Trastornos electrolíticos: Los cambios en la concentración sanguínea de algunos iones como potasio, magnesio, calcio, etc., producidos por algunas dietas extremas o situaciones como deshidratación, vómitos y diarrea también pueden producir Muerte Súbita.

La función se refiere a los moduladores que hacen que el sustrato se manifieste -hacen que “el iceberg”, salga a la luz-. Ellos son la enfermedad coronaria, la insuficiencia cardíaca, la disminución de oxígeno en la sangre, la disminución del pH sanguíneo, las alteraciones electrolíticas, adrenalina y noradrenalina, influencia del sistema nervioso central, medicamentos -amiodarona, digoxina, anticonvulsivantes, psicofármacos-, alcohol, drogas                     -cocaína-.


¿Cómo se puede prevenir?

Consulta anual con el cardiólogo, en pacientes “aparentemente” sanos, incluyendo electrocardiograma, laboratorio, ergometría y ecocardiograma.

Evitar sobrepeso, sedentarismo, tabaquismo, stress y controlar diabetes e hipertensión.

Realizar actividad física moderada varias veces por semana en lugar de actividad intensa una o menos veces semanales.

Formación de recursos humanos y disponibilidad de tecnología de reanimación cardíaca.

Dispositivos como el cardiodesfibrilador automático en pacientes con marcadores o indicadores de riesgo, o bien antiarritmicos si estos no están disponibles.

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